En el último año los aspirantes a conseguir la credencial de taxista para el Taxi de Barcelona se han incrementado de forma notable por motivos de la crisis general en todos los sectores. Son trabajadores que buscan una salida laboral por la falta de trabajo en su sector.
Esto es normal, pues casi todos hemos llegado al taxi así. Muchos no pensábamos que acabaríamos de taxista, pues de sobras es sabido que es una profesión de jornadas interminables y con una rentabilidad baja para el esfuerzo que se hace. Las jornadas infinitas se han instalado de forma interesada, pues las administraciones, (ninguna de las que han pasado por aquí) han sido capaces de hacer del taxi una profesión normal por miedo a que la población se queje de que el taxi es prohibitivo y comiencen a reclamar un transporte colectivo que cubra toda la ciudad. Y las personas que tienen dificultad para subir a un autobús les reclame transporta sanitario.
La falta de defensa efectiva ante clientes y autoridades hace que te conviertas en una especie de “robot” que ni siente ni padece las injusticias crónicas que conlleva el trabajar de taxista en Barcelona. Y si intentas no aceptar esta semi-esclavitud puede ser que acabes en un sindicato independiente pregonando en el desierto de Barcelona los derechos de los taxistas, aunque estos mismos te miren como un extraterrestre, alguien que intenta romper el muro político que gobierna Barcelona, aún sabiendo todos que es más fácil que llueva café.
Si pasamos al tema de la preparación de los aspirantes se puede comprovar que salen a trabajar con la inseguridad de que no tienen ni idea de como realizar sus carreras durante varias semanas. A fuerza de meses y meses van cogiendo confianza y seguridad, pero es un comienzo muy sufrido que no siempre los ciudadanos están dispuestos a soportar y salen en los periódicos artículos que ponen al novato como alguien que es incapaz de hacer una carrera sin el navegador. Nadie se acuerda de cuales fueron sus principios profesionales, y de cómo minan su moral artículos como los que se escribieron refente a los recien llegados al sector del taxi. No se puede pedir que un individuo salga del examen como si llevase 20 años de taxista, pues la recompensa que se va a llevar no lo vale.
Un modelo centro-europeo seria hoy lo idóneo, pero para cuando esto llegue, en Europa, seguirán estando por delante. Siempre he dicho que la clase política está por su propio partido en primer lugar y gestionar colectivos individualistas es muy sencillo, lo complicado para el político puesto ahí seria que ese colectivo estubiese colegiado.